jueves

Paradoja

El ser humano es ambivalente: conocido y extraño, próximo y distante, transparente y opaco. Canta y protesta, danza y arremete, congrega y dispersa. Es lúcido y nebuloso, accesible e inabordable; circula por las calles, pero también se recoge en su intimidad. Se expande festivamente y se cierra amargamente; es lógico e ilógico. Es un lenguaje pluriforme: habla y se calla, grita y enmudece, se ríe y se enclaustra. Es palabra ofrecida y es palabra rehusada, y rehusar la palabra a los otros es rechazarlos. Es comunicación e incomunicación; es diálogo fecundo y monólogo estéril. El ser humano es torrente de amor. Amar es expresión de vida, éxtasis, pasión, impulso vital, es Eros. Pero también puede destilar un odio feroz. El odio es hijo de Tánatos (muerte). El ser humano es mezcla de Eros y Tánatos. Cuando el amor se pervierte, se convierte en odio implacable. Seres que se aman apasionadamente pasan a odiarse rencorosamente. Y el "amante" llega a asesinar al "amado". El ser humano construye maravillas, pero también puede arrasarlas; planta la semilla pero desintegra la germinación. Un padre lucha para tener un hijo, pero otro padre deshonra la carne de su carne. Una madre sangra para dar a luz a un hijo, otra madre abandona o estrangula al recién nacido. Tiene necesidad de convivencia y de solidaridad, pero también es antisocial: la discriminación, el fanatismo y el sectarismo deshacen el tejido de la solidaridad. El ser humano fascina, ya que las personas seducen por el amor y por la belleza, por la inteligencia y por la bondad. Pero también las personas intimidan y amenazan con violencias y asesinatos. El ser humano cautiva con el afecto y oprime con la servidumbre. Es águila activa que recorta horizontes vastos, y es también gusano que se arrastra. Se afianza por los avances científicos e históricos, y se frustra por las vulgaridades y el envilecimiento. La frente del ser roza el rostro de Dios, pero sus pasos resbalan en el barro. Se dignifica por la fidelidad y se envilece por la traición. EL SER HUMANO ES UNA PARADOJA. Muchos exaltan su grandeza, muchos otros estigmatizan su vileza. El ser humano no se define por conceptos matemáticos, es secuencia de contrastes, es campo de "cizaña y trigo", es ser en devenir. Puede acertar y puede errar, puede hacerse y deshacerse, pero abriga el potencial para rehacerse, ya que es capaz de eliminar el odio, la perversidad y la destrucción. Puede propulsar energías creadoras inteligentes que enriquecen la conciencia, reorientan la libertad, cultivan el amor, promueven la justicia, efectivizan la solidaridad y asumen la responsabilidad. El ser humano es oscilante, es paradójico: avanza y retrocede, atrae y expulsa, se yergue y recae, edifica y pulveriza, se arriesga y se oculta; no es solamente herencia, es decisión, es génesis existencial, es conquista de todos los días. LIDIAR CON EL SER HUMANO ES LIDIAR CON LA PARADOJA.